Por: Katiyusa Morán
Consultora en gerencia de empresas y gobierno.
La realidad generalmente supera la ficción, pero siempre está conformada por individuos que de alguna u otra forma interactúan en situaciones diversas en el ejercicio de cada uno de los roles que desempeñan en una sociedad.
La actuación de esos actores en ese complejo espacio social y productivo, se encuentra condicionada por un conjunto de factores que lo caracterizan y definen, siendo muchas las disciplinas que abordan el análisis del comportamiento de ese
individuo y de esas organizaciones, las cuales permiten ahondar en su conocimiento integral.
Esos individuos, como entes individuales o agrupados en torno a una organización, ya sea pública, privada, o no gubernamental; están dotados de recursos (económicos, políticos, organizativos, cognitivos, entre otros), que les otorgan la capacidad de actuar en determinadas circunstancias, en función de sus motivaciones y poder. Son estos individuos, grupos de individuos u organizaciones, a lo que denominamos “actores, grupos de interés, stakeholders”, como también son denominados. Según Matus, C., un actor es un “conductor imaginativo guiado por motivaciones personales y sociales, capaz de tener conductas impredecibles y ser protagonista reflexivo e innovador del proceso de producción social. En el juego social hay conexiones de sentido, además de conexiones causales; no hay agentes, hay actores”. Matus, Carlos. 2021, p. 13.
Muy diversas son las circunstancias en las que resulta vital el estudio de actores, así como las metodologías existentes para su abordaje. Desde algunas muy complejas hasta las más sencillas, pero aún así valederas. En todo caso, su importancia radica en la utilidad de la información generada y de cómo puede, dependiendo de su uso, impactar positiva o negativamente, en la viabilidad de un objetivo/proyecto/acción/obra a ejecutarse.
El poder de los actores
Señalábamos que una de las características necesarias para ser considerado un “actor, grupo de interés, stakeholder”, es contar con recursos cuyo uso pueda impactar (positiva o negativamente) la decisión de emprender y/o concretar/ejecutar un objetivo, acción, proyecto, propuesta de acción u otro hecho.
En este contexto, es imprescindible conocer/indagar sobre las motivaciones (positivas, negativas o neutras) de un actor en relación con ese objetivo, acción, proyecto, propuesta de acción u otro hecho; así como también, investigar su capacidad de actuar o “no actuar”, en relación con esa situación. Esta capacidad de actuación (fuerza del actor), viene dada por varios factores: a. El control de los recursos escasos necesarios para decidir/ejecutar y reproducir en el tiempo, el logro de lo propuesto; y b. La “experticia” del actor -acumulación de destrezas y habilidades demostradas en cuanto al uso, capitalización y aprovechamiento de los recursos en juego-.
De tal manera que la realidad no es una situación estática, constituye un espacio complejo “resultado de la interacción y relaciones del intercambio -humano interpersonal- que se establecen entre diversos grupos o redes de actores interdependientes, llevando a cabo la coproducción de soluciones y estrategias colectivas”, Favoreu, Carassus & Maurel, 2016.
Dependiendo de cómo sea la relación, motivación y capacidad/fuerza de un actor y de su posición en torno a determinado objetivo/acción/proyecto, de cara a otro actor (con motivaciones y fuerza para actuar -o dejar de actuar- en relación con
ese objetivo/acción/proyecto), y de la efectividad de sus estrategias; será cómo se definirá la viabilidad de concreción del objetivo/acción/proyecto mencionado.
Entender “el juego de los actores en la danza por el poder” en determinadas circunstancias, analizar sus motivaciones, su “capacidad o fuerza para jugar”, derivar de ese análisis el conjunto de acciones utilizadas por tales actores para concretar, en un momento determinado el objetivo/acción/proyecto propuesto; constituye una tarea útil y necesaria, en todos los ámbitos.